sábado, 7 de noviembre de 2009

Todos tienen una Sheccid

A veces he pensado que esto de la soledad es sólo un momento pasajero, que se irá con el tiempo, con la llovizna de Lima, y sus mañanas frías. Voy a la universidad, entro a clases, pero no escucho a los profesores, o en su mayoría (sobre todo si es relaciones públicas). Falta muy poco para que acabe el ciclo, y siempre estoy tanteando a algo o a alguien.

Ya llegará, digo yo, aparecerá delante de mí, y sin importar que sea un tipo muy distraído, desentrañará mis sentidos, sacándome de mi ensimismamiento. Lo he buscado desde que despierto por inercia en la mañana, intento pensar que me lo cruzaré el bus para ir a mis clases, que subirá con un libro en la mano, y con la otra acomodándose el cabello. En sus diferentes formas o combinaciones será única no porque sea perfecta sino porque yo lo pienso así.

Converso con los amigos y ellos hablan de aquello, puedo ver su disfrute en los parques y en los bares de café. Ya llegará pienso de nuevo, es cuestión de tiempo, de tratar, de transar, de estar con los ojos abiertos.

Quizás lo he idealizado, quizás lo he visto pasar y no hecho caso, frente a mi rostro, mis pupilas y mis manos. Me ha dicho hola ¿cómo estás? ¿Quieres pasear un rato? Ha estado sentado frente a mí, me ha acompañado en esos días de trabajo ¿y no lo he visto?

No lo sé, yo sigo buscando, yo sigo tratando, no me doy por vencido, no retrocedo un paso. Yo busco: el amor.

1 comentario:

  1. El amor no se busca. Si lo sigues buscando jamás lo encontrarás.

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