martes, 3 de marzo de 2009

Primer beso

La otra vez veía por internet un video de la película de Jamás Besada, y recordé las primeras veces que dimos besos a diestra y siniestra, estando enamorados, o no, cuando recién experimentábamos. Muchos recuerdan su primer beso con nostalgia, otros no, Para los que su primer beso fue especial y recuerdan esas mariposas en le estómago, ese nerviosismo al acercarse a la otra persona, ese sudor en las manos, y esos latidos del corazón que eran tan fuertes que seguro pensabas que la otra persona lo debe de estar escuchando. Quizás muchos lo dieron jugando al clásico la botella borracha, por una apuesta, jugando con tus primos o primas.
Especial o no, siempre recordaremos nuestro primer beso, y esta historia tiene que ver con eso, así que adelante.

Ángel tenía trece años, vivía con sus padres en una de las tantas casitas iguales de la avenida los Próceres, que conformaban la Villa Militar del Ejército, en Lambayeque bueno tanto así como una villa no era, eran como cuatro cuadras las casas de los oficiales, que eran custodiadas por 2 soldados del cuartel general.
Ángel salía todas las tardes, a jugar con sus amigos de la cuadra hijos de oficiales como él, iban al la losa deportiva que estaba al final de la Villa, o jugaban futbol en el parque que estaba a la espalda de sus casas.

Esto era una constante, todos los días después del colegio hacia lo mismo, después de practicar largas horas de deporte, se sentaba con sus amigos en las muchas bancas del maltratado y antiguo parque. Hablaban del próximo campeonato del colegio, de los tontos profesores y cual era la figurita que me faltaba en mi álbum de Francia 98. Ah claro y sobre todo de chicas. A esa edad todos los amigos de Ángel ya habían tenido su primer beso y algo más, y algunos se burlaban de él y otros, más solidarios lo aconsejaban- Mira para besar a una chica debes ser agresivo, ir por ella, aunque no quiera- decía Miguel.

-Tas loco huevón, uno debe ser romántico ir paso a paso, lento pero seguro, así besé a Natalia, dijo Rolando en un tono nostálgico.
- Si huevón y te demoraste un año en hacerlo, respondió Miguel, todos reímos celebrando la respuesta, pero eso era verdad.

Mientras discutíamos quien tenía mejores dotes de conquista, Gonzalo dijo-“Miren alguien se muda, un camión doblaba la cuadra, y se estacionaba en la última casa de la cuadra.
-Que no sabía que habían desocupado esa casa, expresó Rolando
-Sí, se mudó la familia del comandante Cano-. Nosotros no sabíamos mucho de esa familia, porque no tenía hijos con los que jugábamos. Por eso pasaba desapercibida. Siempre nos parecía raro que a una familia sin hijos le asignen una casa en la Villa, casi siempre los mandan al oficial al Cuartel y a la esposa a una pensión.

Esto de las mudanzas era algo que veíamos siempre y causaba cierta expectativa, porque siempre esperábamos que llegue un “pata” que juegue muy bien para ganarles al equipo de los hijos de los Suboficiales que Vivían en otra villa a cuatro manzanas de la nuestra.

Pero también pensábamos si llegaba una chica linda, en esto caso sucedió lo segundo, bajó de la camioneta que venía detrás del camión, luego lo hicieron sus padres que entraron en la casa, tendría aproximadamente nuestra edad, pero su apariencia la hacía ver mayor. Ella se percató de nuestra presencia (hacíamos demasiado ruido), nos miró un momento, pero no noté ninguna expresión en su rostro y no miraba a ninguno en especial, sólo al grupo. Aunque nosotros jurábamos que nos había mirado a cada uno en especial y forma diferente.

-Me miró a mí, la viste-dijo Gonzalo en un tono esperanzador
-Sí como no, si tu eres más feo que tu madre, dijo en tono burlón Miguel.
-No importa a quién miró-, terció Rolando, esa chica si que es bella. Él único que no había expresado opinión era Ángel que había estado abstraído en sus pensamientos, fuera de la conversación de sus amigos.”Ya me tengo que ir”, tengo que hacer tareas, nos vemos después, dijo Ángel y corrió a su casa, fue inmediatamente a su cuarto y cerró la puerta con llave. Recostado en su cama pensaba en la nueva chica, en su aspecto frágil y dulce, en su mirada perdida, en sus pelos dorados, y en sus ojos, sus ojos…

Bueno aún no los había visto, sólo estaba seguro de que esta era la chica que él estaba esperando, alguien especial, con la que quería tener su primer beso. Todavía recordaba la fiesta de Rolando donde jugaron la botella borracha, en el cuarto de él, los elegidos pasaban al clóset, donde daban rienda a los instintos amatorios de chicos de 13 años.
Ángel le había tocado con Jimena, amiga muy cercana y común del grupo de él. Ya se había besado con Miguel, Gonzálo y otros chicos que conocía de lejos. Así que no le hacía mucha gracia besarla, aparte de que no sentía nada por ella. En el clóset cuando ella intento acercarse él dijo algo así como:” Lo podemos dejar así”. Recibió una cachetada y un empujón. Desde esa vez sus amigos lo molestaban y las chicas lo tildaban de lagartija.

Ángel pensaba como acercarse a ella, como hablarle sin espantarla, como acercarse sin que sospeche sus intenciones, o como hacerse su amigo. Muy pronto concluyó que sus amigos intentarían conquistarla, algo que de segura para ella deber ser común al lugar donde vaya, dado a su belleza. ¿Tendría a algún enamorado esperándola en alguna parte?

Bueno no importaba ahora pensaba como acercarse de manera diferente, y tuvo una idea que para él funcionaría, la verdad que lo había visto en una película, se llamaba Cartas de amor o algo así. Exactamente le escribiría cartas donde declararía lo que sentía por ella, pero sin decirle quien era, no revelar su identidad hasta escribir una carta final donde le diría para encontrase con ella. Pero como hacerlo era muy malo escribiendo.”Querida…? Ni siquiera sabía su nombre. Posdata: Averiguar su nombre primero.

Salió de su a dar una vuelta, en realidad se dirigía a casa de ella, fue como se dice en el ejército a peinar la zona y hacer un reconocimiento. Atrás de un poste miraba hacia su ventana, trataba de distinguir si había alguien detrás de las cortinas. De pronto una voz lo sacó de su ensimismamiento.

-Se llama Claudia- La voz provenía de el “cachaco”, que cuidaba la cuadra.
-Así, ¿Cómo sabes tú?, preguntó Ángel con avidez.
-No eres el primero que viene- Diablos, estoy retrasado, pensó Ángel mentalmente. Sus amigos ya estaban maquinando planes para conquistarla.
-Sus padres acaban de salir a una reunión, puedes tocar el timbre y hablar con ella.- Este soldado se estaba pasando de listo, aunque su consejo era bueno no era algo que pudiera hacer.
- Y porque me dices todo esto, porque me ayudas-, inquirió Ángel.
-Por ninguna razón en especial, en realidad tus amigos me han ofrecido por decirle cosas de ella, todos los días darme una gaseosa y un chancay, además de no decir nada a sus viejos cuando enamoro a una de las empleadas de las señoras, dijo el soldado en tono humorístico.
Este si que se las sabía todas, en realidad Ángel y su familia vivía ya en esa villa tres años, había jugado varias veces con los soldados de la cuadra, cuando faltaba alguien en el equipo, o cuando los padres de ellos los obligaban a jugar, amenazándolos que si les hacían una falta desleal a sus hijos, los mandaban al calabozo, o eran dados de baja.

Ángel corría a toda prisa a su casa, cogía un papel y se aprestaba a escribir, no era muy bueno escribiendo, pero si leía mucho así que se sabía poemas, poesías, pensamientos y todo el arsenal necesario para declararle su amor a una mujer.
“Querida Claudia, desde la primera vez que te vi….
No, no, es demasiado obvio y mandado

Claudia, me enamoré de ti sin ni siquiera proponérmelo
No, demasiado cursi

Luego de algunas horas tenía la carta perfecta, ni cursi, ni melodramática, veraz, sincera, emotiva. Corrió a la casa de Claudia, pero su nuevo informante le dijo que sus padres habían llegado. Bueno no había que ser un genio, el carro estaba aparcado en la entrada.” No me trajiste nada”, dijo él. Pensé que me ayudabas porque eras buena gente, respondí. Tranquilo chiquillo, y dime que vas hacer.

Lo que hizo fue ir a su casa, no podía dárselo, al otro día volvió por la tarde, Agustín, así se llamaba su ahora amigo, tomaba una gaseosa y fumaba unos cigarros. Le hizo una seña para que se acercara-“Su mamá acaba de salir”.
Ángel rápido y sigiloso, metió la carta por debajo de la puerta y toco el timbre, y corrió al parque que estaba al frente a esconderse. Luego de unos minutos alguien salió y la recogió. “Bien, ya la tiene”, dijo para sí.

Esa fue la primera de muchas cartas más que llegaron a su casa, durante el siguiente mes, Agustín, se paraba frente a la ventana de Ángel y daba un silbido, que era la señal para avisarle que los padres de Claudia no estaban, ya sea de tarde o noche, él siempre estaba listo para su misión amorosa.

Sus otros amigos, habían intentado acercarse sin tantos preámbulos ni romanticismos como Ángel, por una parte Miguel el más osado de la pandilla iba buscarla a la salida de su colegio de Monjas, y la acompañaba a su casa, pero como bien le había dicho Agustín que los veía venir a la Villa, ella no le prestaba mucha atención.

-Te van atrasar Ángel, le decía constantemente Rolando.
-Eso no va a suceder, le respondía

En realidad eso era muy probable, Ángel pensaba que las chicas al final terminan sucumbiendo ante los patas directos y con un buen “floro”, así que no tenía que esperar más tiempo.
Decidió escribir su última carta, donde además de expresarle de forma mucho más directa su amor, le decía que si ella compartía el mismo sentimiento, el mismo “amor”, estaría bien dado encontrarse, en el parque del frente de su casa, en el Gran Árbol( que era el árbol más grande de algarrobo que había en el parque). Ángel daba por sentado y se lo expresaba con palabras dulces en la carta que si ella se aparecía, era porque correspondía los sentimientos de él.

Aunque Claudia no sabía quien era su admirador secreto, él estaba seguro de que aparecería, al menos por curiosidad, a pesar de que lo choteara después.- “No, no mente positiva, eso no puede pasar”-, se daba ánimos Ángel cuando se ponía en marcha hacia el parque. La había citado para el sábado a las cinco de la tarde, tomó una rosa del jardín de su casa, caminaba nervioso, dando pequeños pasos, mientras lo hacía recordaba todo lo que había pasado hasta ese momento, la primera vez que la vio al bajar del carro de su padre, las cartas que escribía en sigilo en su cuarto, a sola luz de las velas, para darse inspiración, cuando las entregaba en la casa de Claudia. Todo eso pareció deshacerse en su mente, la rosa que llevaba en su mano cayó al suelo.

Al doblar la calle para ir al parque, vio a Miguel y a Claudia hablando de una forma muy cercana, él le tomaba la mano y hablaba despacio. Era el fin, Miguel lo había logrado, lo había atrasado, sus sueños se desvanecieron, sus sentimientos hicieron trizas.
Se agacho para recoger la rosa, y estaba listo para darse vuelta, cuando los dos voltearon y lo vieron.-“Por Dios y encima ahora tenía que ganarse el roche, Miguel le decía algo a Claudia. –“No, ahora se estaban burlando, riéndose de él”. Pero entonces sucedió, Ángel vio como Miguel se exaltaba al hablar, y gesticulaba rabiosamente con las manos, Claudia lo empujó con tal fuerza que pareció perder el equilibrio, retrocedió ofuscado y se retiró. ¿Qué había pasado?, la chica se acercó al joven y dijo.
- ¿Porqué te quedaste mirándonos de esa forma?
-Ah, bueno Miguel es mi amigo. Ángel trataba de esconder la rosa que llevaba en la mano.
-Y esa rosa es para tu novia.
-Sí, bueno en realidad aún no lo es, respondió él. La verdad es que tenía que encontrarme con ella, Ángel decía cada palabra con pasmosa decisión y sufrimiento único, esta era su oportunidad, y temblándole las piernas habló.
-Tenía que encontrarme con ella en el “Gran árbol” del parque, ¡ufff.........!, por fin lo dijo.
-Eras tú- la chica lo miró de forma peculiar como examinándolo.
-Realmente sientes todo eso por mí, dijo Claudia. Eso y mucho más, pensó en su mente Ángel.
-La verdad que desde esa vez que te vi, me gustaste, locamente…, vas a pensar que es floro, ¡pero no!, no sabía ¿cómo acercarme?, por eso decidí hacer eso de las cartas, esto lo decía a toda velocidad y atropellando las palabras. Pero un beso de la chica apagó su incoherente declaración, fue mágico, perfecto. Sólo quiero saber algo dijo Ángel.
-¿Que te decía Miguel hace un rato?
-Que él había escrito las cartas. Me lo encontré y me preguntó a donde iba, y sencillamente le dije. Ese mal amigo pensó Ángel.
-¿Te importa mucho eso?, preguntó ella
-En realidad ahora no, contestó. Se volvieron a besar, de forma tierna, mientras Ángel se sentía el chico más feliz de la tierra. Pero la atmósfera de los enamorados se vio interrumpida por un grito feroz que parecía más de un animal pero era de un hombre--“Hey que haces con mi hija”-El padre de Claudia los había visto besarse desde su auto y se acercaba a ellos. Ángel pensaba que después se ocuparía de su amigo Miguel, ahora su cerebro maquinaba rápidamente pensando que le diría al padre de Claudia, mientras éste se estacionaba el auto y bajaba con cara de muy pocos amigos.