martes, 24 de febrero de 2009

Se me olvidó

Jack Twein, era un tipo sin suerte, en los estudios, el amor, los pocos negocios que había intentado iniciar, el infortunio y la desazón eran constantes que abrazaban cada paso de su vida. Siempre iba por ahí maldiciendo su destino y sintiéndose infeliz, en pocas palabras era un perdedor.

Cursaba el último ciclo de universidad de la carrera de Economía, con pocos amigos, siempre pasaba desapercibido en los lugares donde se encontraba. Tanto fue así que el conductor que lo atropelló un jueves de otoño, no lo vio cruzar la acera. Jack se dirigía a su facultad, era una noche lluviosa, el carro patinó al momento de frenar, pero no pudo evitar el impacto.

Jack estuvo consciente todo el trayecto al hospital, a pesar de que no se movía y tenía los ojos cerrados, estuvo pensando que sería mejor si se moría, pero luego llegó a la pronta conclusión que según su suerte, ese sería un final que no se lo iba a conceder. Y como yerba mala.. , ya saben los demás. Jack sólo intentó dormir.

Sus padres fueron a visitarlo, algunos amigos, pero Jack no estaba recuperado del todo, no hablaba con nadie, aún permanecía vendado, y no podía más que gesticular ademanes, los doctores esperarían los resultados para dar su diagnostico.

En cama y vendado, Jack empezó a hacer un rápido análisis de toda su vida, llegando a creer firmemente que no quería volver a ser la misma persona, cuando salga del hospital, ¡quiero ser otro!, ¡quiero ser otro! ,se repetía constantemente¿ Cómo lograrlo?.

Mientras cavilaba sobre el asunto recordó una pequeño texto, de un libro que leyó hace años: “Sólo el hombre que se anule así mismo, tendrá el poder para hacer lo que siempre quiso, el miedo y la vergüenza, son defectos que existen en todos los corazones, pero no en todos los cuerpos”

Quizás el texto significaba una cosa muy diferente a lo que Jack interpretó, pero él llegó a la conclusión de que si quería eliminar a Jack Twein el perdedor.Tendría que ser otra persona, otra mente, otra personalidad, otra sustancia, a pesar de seguir llamándose y pareciéndose a él mismo.

Luego de unos días Jack parece mejorar y el Doctor entra en la sala para hablar con él por primera vez.

-Que tal Jack ¿Cómo estas?, le has dado un gran susto a tu familia, sabes tuviste mucha suerte, Dios debe tenerte en su gracia. El paciente no contestó y pareció mirar hacia la ventana.
-Podremos darte de alta en dos días más, ah que suertudo, !vamos chico!, diga algo.
-Disculpe Doctor ¿ Quién es Jack?, El galeno lo miro con preocupación, luego su rostro gesticuló una sonrisa. -“ Va que muchacho, que bromista me salió.
-Usted, usted es Jack Twein
-No lo creo, me acordaría.

El doctor telefoneó a los padres de este, para darles la mala noticia, su hijo había perdido la memoria, de forma increíble, rara, Jack no recordaba nada de su vida.

Ya restablecido en casa, todos estaban tristes, familiares amigos, conocidos, aunque todo el mundo pensaba que aquella desgracia no era producto más de la “suerte” de su hijo.
Por otro lado Jack, parecía no importarle lo que la gente opinara, Su madre se quedó estupefacta al verlo alistarse como si nada hubiera pasado para ir a la universidad.-“Habré perdido la memoria pero no como estudiar”.

En la facultad todos parecían esperarlo, para burlarse o simplemente curiosidad, esperaban ansiosos su llegada. Al entrar por la puerta, parecía otro, caminaba erguido, con soltura, seguro. Sus amigos conversaban con él con comparecencia al principio, pero su opinión sobre Jack fue cambiando.

No era el mismo tipo miedoso y triste, hasta las chicas lo veían más guapo, hablaba con galanura, se expresaba con propiedad, dentro de muy poco su imagen cambió dentro de la universidad.

No había concurso donde no participara, fiesta donde no fuera, ayuda que no brindara, consejo que no diera, se volvió el primero de su clase y logró entrar al tercio estudiantil. Jack Twein por fin había podido eliminar su otro yo, ese que tanto odiaba.

Sólo le faltaba algo, Alejandra era una amiga suya que conocía desde primer ciclo, y que le gustaba desde ese tiempo, pero que había visto reducido sus posibilidades, debido a que él se consideraba poca cosa y ella salía con otros tipos.

Pero eso era pasado, el nuevo Jack era capaz de todo, desde su cambio, su amistad con Alejandra se había acercado más, hasta hacerse íntimos.

Había planeado declararle su amor en la pista de patinaje de un conocido centro comercial, se encontrarían a las siete en el lugar.

Cuando estaban juntos, Jack daba piruetas y saltos acrobáticos (al parecer había obtenido también la habilidad para esto), como dibujando su cariño por ella. Mientras ella miraba absorta a su presumido pretendiente.

En un cálculo fatal de Jack y del destino, piso mal con la pierna derecha, haciendo que cayera irremediablemente al suelo, golpeándose la cabeza con fuerza. La chica miraba con pavor el cuerpo inmóvil del muchacho. Lo reanimaba con besos y súplicas, Jack empezó a reaccionar poco a poco.

-¿Jack estás bien? ¡Por favor dime que estás bien! El chico miró con melancolía el rostro de Alejandra.
- Jack, ¿ quién es él?

sábado, 21 de febrero de 2009

A sol la barra o simplemente "El Show"

A forma de introducción...


Cuando eres joven y adolescente, tienes una gran curiosidad y avidez en todo con lo relacionado con mujeres, la sexualidad, el sexo propiamente dicho. Te preocupa como te ves, como te miran, que tanto sabes o que tanta experiencia tienes con respecto a esos temas. Y después de tanto divagar llegas a la conclusión de que cuanto más sepas, será mejor, para bien o para mal, a pesar que de al cometer ciertas acciones serás tomado y/o clasificado como un pervertido, morboso, renegado, la sociedad hipócrita nos coerciona a adoptar poses que ni ella misma puede ocultar.

O como diría nuestro laureado escritor Jaime Bayly, es mejor tener una mala reputación a una buena(al menos a él le funciona), los demás de los mortales no seguimos conformando con mantener las posturas y hacer lo que la sociedad dice.

Pero vayamos al meollo de esta historia, siguiendo con los relatos del Centro de Lima (ver entrada anterior). Había empezado a estudiar en una academia del Centro, de lunes a sábado de 8 a 2 de la tarde, todo bien, todo normal, dentro de los tópicos de una academia universitaria, los profesores, que nos alientan a estudiar duro y a no tirar la toalla, el director con cara de malo que nos da consejos, la secretaria que nos hace recordar para no atrasarnos en los pagos. Y por supuesto los alumnos, los estudiosos, que sólo se juntan y forma grupo entre ellos, los que sólo están ahí para pasar el tiempo y divertirse, también los que creen que matándose estudiando ingresarán y los que han venido a estudiar pero se distraen en otras cosas(el grupo donde yo estaba).

Bueno nunca he sido un buen estudiante, pero a los 17 años no estas pensando en lo que vas hacer el resto de tu vida(o al menos no con mucha conciencia). Bueno de ese grupo yo me juntaba más con dos amigos, Frank y Josep-ellos eran como se dice mis “causas”, mis “chocheras”, mis camaradas. Los amigos con los que haces cualquier cosa y también cualquier estupidez.
Josep era el típico amigo juerguero y gilero, Frank más inocente y calmado (lo que las mujeres llamarían un “chico lindo”, y yo un tipo normal (si es que eso significa algo), uno para todos y todos para uno, así éramos nosotros. De los múltiples temas que se hablaba en las aulas entre clase y clase, había uno que tenía título propio, y su sola pronunciación causaba revuelo .Se hablaba en voz baja, murmurando, entre risas, cuchichiando. “A sol la barra” le decían, aunque más me gustaba la forma como lo decía Josep, “El show”, él lo nombraba con reverencia, como con un profundo respeto.

En un principio yo no sabía que significaba, podía intuirlo, pero exactamente no sabía, recuerdo que los alumnos hasta bromeaban con los profesores, mientras las chicas mostraban muecas de desaprobación (aunque entre ellas unas sabían y otras no). Y aunque no sabían que era, pero sabían que habías ido, ya tenías mala reputación, considerado casi como un pervertido (se usaba mucho esa palabra en ese tiempo), era como un secreto a voces, algo de los que los chicos pueden bromear.
Mi buen amigo Josep, no podía terminar el día de clases sin pronunciar aquellas palabras – ¡Hey muchachos vamos al Show!, invitación que entre broma y broma se hacía cada vez más repetitiva, no era que nos moríamos por ir, sino que despertaba curiosidad en nuestra mente adolescente.
Recuerdo que fue un viernes que no era 13, habíamos planeado ir a un concierto gratuito de Libido que se desarrollaría en el Campo de Marte, junto con otras tantas bandas como los Supersónicos, Babosónicos, Onda 7, bueno ya no me acuerdo muy bien. Salimos de la Academia, entusiasmados, charlando, contando chistes, silbando a las chicas (especialmente Josep, nunca perdía una oportunidad).
Al llegar a la Explanada del Campo de Marte, todo estaba congestionado, tratamos de entrar abriéndonos paso entre la multitud, buscando un buen lugar. Pero anunciaron que Libido tocaría muchísimo más tarde, y como hacia un sol terrible, y las bandas que tocaban no eran de nuestro agrado decidimos hacer hora por otros lugares.

Primero estábamos buscando un lugar donde comer, así que deambulamos por la avenida Wilson, donde no encontramos nada, doblamos en Uruguay, hasta Alfonso Ugarte por un colegio(del cual ya no recuerdo el nombre), eran como una y media, hora punta, todo estaba lleno, atiborrado de estudiantes, en realidad nada nos convencía.
Creo que en realidad estamos misios, recuerdo que hasta Frank sugirió ir a la Casa del Pueblo, sede del partido Aprista Peruano, ya que funcionaba un comedor popular o algo así. Nos acercamos sólo por curiosidad, pero como diría Josep en su jerga de estudiante,-ahí no corre-.

Bueno nunca me he fiado de lugares así porque siempre pienso que me va a dar una intoxicación, cólera o cosas así. A Frank se le antojaba comer su salchipapa (siempre), así que caminamos hasta Jirón de la Unión, hicimos una chancha, y pedimos algo.
Mientras comíamos con normalidad, Josep volvió a tirar la pregunta de todo el día-“hey chicos que tal si vamos al show”-dijo, bueno esta era una buena oportunidad, y no se nos iba a presentar otra, mientras lo discutíamos, pensaba cosas y si alguien nos ve, o mejor dicho si alguien conocido me ve, sería un problema. Mientras divagaba Josep me regresó a la realidad, ya teníamos que irnos.

Esa tarde caminamos por todo lado, “lateamos”, como decía Frank, cuando el sol moría, casi a la altura de Colmena, Josep volvió a hacer su clásica pregunta-“¿Vamos?”. No era que no quisiéramos, son esas veces cuando quieres algo, pero no quieres ser tú el que lo diga, porque no quieres ser tomado como un morboso o algo parecido, ahora no había problema, era él quién lo decía. Y sencillamente aceptamos (Frank ya estaba convencido hace buen rato).

-Bueno muchachos denme su sol-(la entrada estaba un sol), Frank y yo sacamos nuestras monedas y se lo entregamos a Josep. Este con gran decisión, dio media vuelta y caminaba delante de nosotros sin preocupación alguna. Mientras yo lo hacía tratando de pasar desapercibido. A lo largo de la Colmena a partir de las 7 de la noche, los locales que en las mañanas parecen simples tiendas comerciales, o permanecen cerradas, en la oscuridad de la noche se vuelven antros de diversión (y perdición también.)
Un impresentable jalador hace su anuncio y su oferta al público que atraviesa frente a su local.-“A SOL LA BARRA”, A SOL LA BARRA, PASEN, VAMOS, AMIGO, A SOL LA BARRA”.

Llamamientos que eran palabras necias entre señores de edad y demás transeúntes, pero que en jóvenes como nosotros era una invitación de adrenalina y correrías juveniles.
Josep muy presto y con mucha naturalidad se dirigió a la puerta del local pagó las entradas (parecía que no era la primera vez que lo hacía), pasó, luego Frank, yo pasé medio agazapado. Tratando de no mirar a nadie y mirando todo a la vez, quizás nos encontremos con algún compañero-“o algún profesor”- dije yo.

Al entrar lo primero que recuerdo son las luces sicodélicas multicolores que hacían que nuestras ropas se vieran de otro color, ya había un gran grupo adelante del escenario distribuidos ordenadamente en sillas, la mayoría de esos tipos eran mayores, por ahí un sexagenario, en realidad ninguno bajaba de los 25 años, éramos lo únicos chibolos de ese lugar. Un poco perturbados nos acomodamos en la única mesa del lugar que estaba en la parte de atrás, lejos de la platea, podríamos conversar sin ser molestados.
El mozo se nos acercó, pero se tuvo que retirar porque no teníamos para unas cervezas, mientras miraba mi boleto y trataba de leer lo que decía en él, Josep se animaba con unos chistes y miraba su reloj constantemente como diciendo, ¿a qué hora empieza?.
Desde mi posición podía ver que arriba del escenario había un segundo piso donde salían y entraban señoritas en trajes pequeños.

-Si tienes suerte después puedes subir- me dijo sarcásticamente Josep
Frank contuvo una risa y yo solamente me reí. El ambiente era bueno, era como estar en le estadio, algunos gritaban, reían, los chibolos parecían ellos.
Mientras nosotros hablábamos tonterías, por la puerta principal entra una chica, con ropa normal y se dirige hacia nosotros

-¡Que ya comenzó!
-¡Cállate Josep-, dije. La chica se dirigía a una especie de armario o casillero que estaba al costado de nuestra mesa y de donde sacaba al parecer unas ropas o algo parecido

-Se cambiará aquí, dijo Frank
-Pues espero que sí-, volvió a bromear Josep

Pues yo no lo creía, la chica sin prestarnos la menor atención, terminó de sacar sus cosas y subió al segundo piso, la gente comenzaba a reclamar, y en la barra (la barra del bar y no la otra), una chica que parecía ser la anfitriona hablaba con un encargado. Parecía que ya iba a comenzar, Josep me explicaba que en el “Show”, bailaban 5 chicas.
Salió la primera con lo que parecía ser un babydoll o algo parecido, mientras todos miraban atentos, el silencio se hizo en la sala, los g ritos se apagaron, los silbidos eran rumores. La joven comenzó con una practica de baile bien aprendida, trataba de ser sensual, mientras se dirigía a contorsionarse al fiel estilo de una barra americana ( claro salvando las distancias), la muchacha se balanceaba como contorsionista por el tubo metálico, ante la alegría, de su público que miraba extasiado.

Si, el “Show “era eso, como un club nocturno, chicas que se desnudan y bailan alrededor de una barra metálica, frente a un público expectante, que pide movimientos sensuales y sexys.

Por otro lado en nuestra mesa el espectáculo tenía otra connotación, no era tan “espectacular” como habíamos pensado en un primer momento.
-Otras veces hay chicas más bonitas, estas están muy gordas, dijo Josep
-Y que quieres por un sol-, intervino Frank
- Quizás esto es muy poco para él, debimos llevarlo al Scarlet, ironicé.

Mientras hablábamos ya hacia su presentación la segunda chica y en un momento baja del escenario y se dirige a los espectadores bailando y de entre los que están sentados elige a uno para contornearse encima, afortunado o no, el tipo según las reglas no tiene que hacer nada, porque si hace algo como tocarla pues recibiría tremendo cachetadón

Y no tardó en pasar, plop! recibió tremenda izquierda el tipo, pero que al parecer no mermo su intención. Escuchamos más de esos sonidos por un momento. Después la chica se para y sigue bailando alrededor, cada vez más cerca de nuestra mesa. Yo pensaba y se viene hasta acá a hacer lo mismo, no sé si lo quería o no, una parte sí, por otro lado me daba mucho roche, creo que mis amigos sentían y estaban como yo.

Aunque Josep trataba de aparentar lo contrario hacia atisbos de señales como diciendo, ¡por aquí!, ¡por aquí!

Pero nosotros estábamos muy lejos, así que no llegó. En realidad esa emoción creciente se desvaneció, ver bailar a una mujer desnuda, no fue tan alucinante como pensamos en un principio, osea la acción era real, no lo que habías visto en películas o cosas por el estilo. A lo largo del ciclo siempre se había hablado sobre esto, y ahora que estábamos ahí, sólo pensábamos en algo, “ya vamos a ver a Libido”.

Mientras nos parábamos, para salir sin causar revuelo, faltaba medio espectáculo por ver, varios voltearon como diciendo-“Y estos que se creen”-, entonces echaba una última mirada al lugar y trataba de leer lo que decía en mi boleto, pero no hubo tiempo. El encargado le quitaba a cada uno que salía su entrada (entonces para que las daban no).

Cuando corríamos calle abajo por toda la avenida Wilson para llegar al concierto, pensaba que a pesar de todo nos habíamos divertido aquel día, fue un día chévere, divertido y excitante. Hace unas semanas me encontré con Josep y caminamos por lugares cercanos a donde se desarrolla esta historia, recordando la academia, los amigos No nos vemos muy a menudo, porque cada uno ya maduró (osea ya estamos en la universidad llevando una vida real y llena de incertidumbres), y porque la distancia es el olvido.

Quizás cuando nos encontremos más adelante volvamos a ser críos, adolescentes tontos, como ese día, sin preocupaciones, ni arrepentimientos, y sin miedo al que dirán.

miércoles, 18 de febrero de 2009

"Salud"

El Centro de Lima tiene muchas particulares y especiales historias. Todo aquel que por alguna razón ha reparado ir allí, ha encontrado algo que contar a los amigos después. Ya sea por su ubicación de centro histórico, su atractivo colonial, por la mala fama que tiene en sus últimos años o por los extraños personajes que recorren sus calles. Este lugar se ha convertido en una suerte de huarique, de lugar escondido. O como me diría alguna vez un buen amigo, el perfecto lugar para "trampear", si no quieres ser reconocido, ubicado y ampayado, ahì nadie te conoce me decía( ya contarè algo de él en otra ocasìón).

Volviendo con la historia ya han pasado varios años de los hechos ocurridos cuando asistía a la academia Arévalo, institución que se especializa(bueno especializa, creo que existe aún) en preparar a un gran número de jóvenes que sueñan con ingresar a una de las universidades del estado. Yo como uno más de esos ilusos muchachos, pretendía cambiar en un ciclo de estudio, medio lustro de desastrosa enseñanza estatal, para convertirme en un geniecillo de biblioteca.

Un día que me presenté tan temprano en la academia, me di con la sorpresa de que se encontraba cerrada, decidí entonces dar unas vueltas, deambulé por la avenida Colmena, mientras caminaba , supongo que debido al frío, estornudé consecutivamente 3 veces, y en estas tres oportunidades una suave voz femenina me dijo la cotidiana palabra ¡salud!, ¡ salud!, ¡salud!.

Mis ojos recorrieron rápidamente a una mujer de unos 25 años, delgada, de ropas atractivas, bolso pequeño, y usando un fuerte color labial rojo. Era una prostituta

Usaré el nombre de María para referirme a ella, ya que es muy común (lo común está en lo sencillo, y ella lo era).
Me quede sin palabras, una fuerza mezcla de miedo, timidez, y tontos prejuicios, hicieron que no contestara nada, sólo que la mirara,y pasara de frente.Al pasar el día, ya en mi casa, reflexione sobre el suceso, me di cuenta de lo idiota de mi actitud, de mi tonto proceder, sólo teniá que haber dicho gracias, Al otro día decidido con limpiar mi karma, me propuse dirigirme hacia el lugar donde la había visto la otra vez, sutilmente me acerque, mientras lo hacía, mi mente iba imagindo lo que podría decirle, De la forma más calmada posible, en una actitud natural, me pare frente a ella y la salude, dije ¡hola!, si, podria haber dicho algo más imaginativo, pero fue lo primero que salió de mi boca. Ella me miró un poco sorprendida, primero con un signo de admiración, que luego pasó al de aprobación, me retribuyó el saludo y me dijo: que pasó hoy no estas sobrado, a lo que yo le dije: no es que ese día estaba apurado, luego de romper el hielo, nos quedamos conversando como media hora, ese día entre tarde a clases, y María y yo nos volvimos algo así como amigos.
Luego supe que ella sólo estaba en esa calle, los sábados y domingos, por motivos que no podré decir, con el tiempo dejamos de hablar cosas superficiales y empezamos a conversas cosas más serias, a tenernos confianza, claro que también bromeábamos, ella me decía cosas como, “-hoy no comeré nada ya que no he levantado a nadie”, desde estas inocentes frases, hasta otras más pícaras y fuertes que por respeto a ella no puedo reproducir.
Deben saber que cuando pasas tiempo con alguien, a fuerza de costumbre terminas por cogerle cariño, y yo terminé por hacer algo así, no podría decir que me gustaba, sino más bien que al conocerla me importaba lo que le pasara, creo que la palabra adecuada es que te involucras con alguien. Pero esa confianza inicial, terminó al último por acarearme problemas. María comenzó por contarme sus problemas, no es muy difícil de imaginarlos, ella era una de las tantas madres solteras de este país, había sufrido, lo hacia por su hija y porque no tenía oportunidades de trabajo.

Un domingo en la tarde, después de salir de estudiar me la encontré, venía raudamente hacia donde yo me encontraba, se le veía nerviosa, agitada, notaba un temblor en su caminar, se me pegó tanto que podía sentir su aliento húmedo en mi rostro, hablaba entrecortadamente, le dije que se calmara y poco a poco lo hizo, caminamos calle abajo, hasta llegar a la plaza San martín, nos sentamos en una banca, ahí ella me contó lo que sucedía. Se llamaba Miguel y le había estado siguiendo hace algunos momentos, era un tipo con el que se había involucrado hace algún tiempo, bueno decir involucrado quiere decir que era un cliente habitual que había querido algo más con ella, y como siempre había sido rechazado se conformaba sólo con comprarla habitualmente. A parte de esto, él la golpeaba, y la maltrataba moral y psicológicamente, la trataba como un objeto. María me decía que aguantaba todo por su hija, que Miguel sabía donde vivía, donde estudiaba su hija, estaba amenazada; “-denúncialo”- dije, pero el temor de ella era más grande que su voluntad. No la comprendí, mis razones me parecieron más fuertes que los suyos, caminamos de regreso, me dijo que la dejara entre el cruce de la avenida Colmena y Wilson, también ahí yo tomaría mi bus. Pero esa tarde el destino me tenía preparado otra cosa, en el transcurso del camino ella se paró de improvisto, su mirada se dirigió hacia un tipo alto, moreno y fornido, con cara de gorila y se acercaba a nosotros.
Ella intranquila me dijo “-haz como si me estuvieras contratando”-, y “-como es eso -le contesté”, nunca había hecho algo así(en serio, o hasta ahora no), “-sólo sígueme”- ,yo con un poco de “roche”,caminé detrás de ella, la gente nos miraba, yo pensaba que eso debiera ser algo muy común por esos lares, pero nosotros poco más y corríamos, entramos por una angosta callezuela, pero él nos intercepto y apareció por el otro lado de la calle, frente de nosotros, ella se aferró a mi brazo. El tipo espetó ruidosamente,”-¿quién es este huevón, que haces con él?”-, yo estaba frío, “-es un amigo” -dijo ella”, y su voz iba alcanzando un sonido de desesperación.
-Pues déjalo, “vente” con un verdadero hombre.
-El es un verdadero hombre ya que sabe tratar a una mujer. Yo permanecía callado(aterrado)


-Así, míralo es un alfeñique. Por esa época yo estaba muy flaco debido a que no comía bien y las desveladas que me daba.
-Quieres irte con esto, o con un verdadero hombre (mientras decía estas palabras, inflaba más su pecho, como gallo en pleno cortejo), éste era uno de esos hombres, que creían que la virilidad y la hombría se localizaba en los músculos.
-Miguel me miró con ojos rabiosos, “-así que quieres irte con mi mujer, ¿tu eres más hombre no?”.
-Por algo lo dirá, dije de manera desafiante (mi mente estaba en blanco).
-Vamos a ver, se quita la casaca de cuero y se remangaba la camisa, uno de sus brazos era como una de mis piernas, yo me puse por delante de María para protegerla, y entreabrí mis brazos en señal de protección, pero cuando volteé ya no estaba. Ella corría calle abajo, estaba solo. Mientras dábamos vueltas tanteándonos, mi cerebro trabajaba a gran velocidad, vi a mis padres, mis amigos, yo me imaginaba tirado en la acera botando sangre. ¡Cómo le pego!, el tipo era un mastodonte pensé en un primer momento, luego ése pensamiento se transformó en como me defiendo, algo le tengo que hacer, no se va a ir limpio.
Y mientras resignado aceptaba mi destino, como una oveja dirigiéndose al matadero, empecé a oír a mis espaldas, primero un murmullo, como una ola, cada vez más fuerte, pensé que mi mente ya divagaba, pero no, parecía un grito guerrero,! !aghhhhhhhhhhhhhh!! cuando volteó, vi una imagen de la que no me voy a olvidar nunca. Ella y con un grupo de amigas venían corriendo hacia nosotros con sus tacos en mano y sus pelos alborotados, y se fueron directamente hacia él, y literalmente lo reventaron.
Con el tiempo esta escena se me hace graciosa, a pesar del susto que me pegué esa vez, hoy la recuerdo con cariño. Gracias a Dios a pesar de todo el alboroto no llegó la policía (nunca están cuando se los necesita y cuando están pues…), sólo algunos mirones, que no se atreven a intervenir, será porque esto pasa todos los días, y aparece como una noticia más en algún periódico chicha; “-joven estudiante muere a manos de caficho en el centro de Lima.” Pero cuando te pasa a ti es cuando comprendes la diferencia .En las conversaciones que teníamos María y yo, me decía siempre que estaba ahorrando para poner un centro de belleza, que no iba a hacer eso toda su vida. La verdad yo no sé si lo hizo o no, luego de ese incidente me encontré con ella el sábado siguiente , conversamos sobre lo que pasó, ese tipo dejó de molestarla, al menos por un tiempo, me dijo también que ya estaba harta de todo…
Luego de esto no volví a verla, dejaron de dar clases los fines de semana, no volví a pasar por la calle que acostumbraba estar(al contrario de la canción de Gianmarco, yo fui el que no volvió a pasar por su calle), hasta el día de hoy me pregunto porque no regresé, en ese momento suponía que así debiera de ser, que tendría que terminar todo, no sé como explicarlo. A veces extraño conversar con ella, como lo haría con cualquier amiga, espero que haya hecho lo que siempre me dijo, y que ya no esté en esa esquina donde una vez trató de ser amable