martes, 20 de diciembre de 2011

Perder es cuestión de Método




Este dibujo, que tiene la intención de convertirse en un comic, nació al recordar una de las tantas situaciones que uno comparte con sus amigos. Situaciones cómicas, graciosas, momentos de entretenimiento amical que aparecen cuando uno piensa en los amigos. Todos tenemos amigos únicos e irrepetibles y aquí en esta pequeña historieta mi amigo A es uno de esos amigos raros que aparecen cada cierto tiempo.

Bueno este es un retrato del amigo que tenía un “libro de frases” y que tenía una frase favorita que escribía cada cierto cierto en el muro de su facebook. Una amiga es la que retrata las “situaciones” que le digo, esperamos hacer más, por el momento va éste. Aunque según ella muy pocos lo entienden.

* Por alguna razón no se ve muy bien, así que denle un clic a la imagen.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Aquella mujer

Aquella mujer, no es como es ésa que da su risa por una moneda, ni su corazón por una razón. Aparentemente no es una doncella de cuentos azules, ni noches de estrellas. Se parecía más bien a la esposa de aquel hombre que se perdió diez años por los mares por desafiar a algún ser superior. Aquella mujer era tan bella como la que amaba el que con su canto calmaba bestias y producía lluvias en su tierra.

Más bien ella era como la reyna de las diademas, que mataba una amante cada noche negra. Su belleza era encanto de bestia, de ángel vengador, de amazona guerrera. Aquella mujer sabía tener a cualquier hombre a su merced, ella encantamiento de sirena, color de atardecer.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Ni dolor ni llanto

El momento justo nunca es el adecuado y cuando llega el tiempo se pasó el tren y solo andar la calle queda. Así que sí volviéramos atrás sin espejos, ni “deja vu”, seríamos más sinceros como las estatuas de mármol. De esa manera podríamos hablar sin tocarnos asuntos incómodos, ni revivir recuerdos laxos. A veces parece buena idea, eso de no mirarnos cuando hablamos y pareciera sencillo estar juntos, aunque no nos toquemos ni miramos. No hay que hacerse el desententido ante los temas que generan llanto. Ahora el tiempo ha pasado, no queda ni dolor, ni llanto, ni dolor , ni llanto, y el tren ya no pasa por calle de los espejos.

lunes, 31 de octubre de 2011

Paisaje de Mujer

Más que unos ojos encima de una boca,
de la perfecta nariz y los hoyuelos sonrosados.


Más que el vestido que combina con la bota
y el barniz en las bien cuidadas uñas.


Más que el labial de resaltante color
junto con el maquillaje de noche.

Más que tu forma de hablar desenfadado
y grato,junto a tu espejo de ópalo reluciente.

Más que tus brazos almidonados y
tus interminables piernas.

Más que tus labios de suave tacto
y recordable dolor, más que unos ojos encima de una boca.
Paisaje de mujer.


miércoles, 28 de septiembre de 2011

Patasca, la sopa de mi abuela.

Cuando éramos niños siempre hemos tenido esa necesidad de preguntar por todo, de ser curiosos y fascinarnos por las historias y relatos, sobre todo si tienen algo de terror. Mis papás y abuelos son de la Sierra. Mis abuelos por parte de mi madre son de Huanuco, pero vivían desde que se casaron en Huancayo. Es en la casa de ellos donde normalmente venía con mi familia de Lima para pasar una temporada en las vacaciones.

Esta casa era acogedora, pero a la vez tenía ese aspecto lúgubre de las viviendas de la sierra. Pasaba el día jugando con mis hermanos, hasta que nos llamaban a almorzar y después continuamos con nuestras actividades infantiles. Mi abuela era esas típicas abuelitas que parecen salidas de un cuento, cariñosas, agradables, con un aire de misterio y conocimiento que lo da la vida. Ella nos preparaba sus viejas recetas y los platos típicos de donde ella había nacido. Yo no estaba familiarizado con este tipo de comida, ya que siempre había vivido en Lima y tenía acostumbrado el paladar hacia otras comidas. Pero sabía que cuando iba de vacaciones con mis abuelos comería esos platos, algunos para mí extraños que al final terminaron gustándome. Uno de ellos fue la Patasca.

Este plato lo preparaba mi abuela con mi mamá, un caldo concentrado con papás, mote, ajíes molidos, cebolla, entre otras cosas. Yo le decía a mi mama que era un aguadito serrano, que era una sopa que estaba más acostumbrado a comer. Mientras mis hermanos y yo jugábamos en el segundo piso podíamos saber que cocinaban abajo por el olor característico de la sopa, y también de otros olores para nosotros desagradables como la mazamorra de tocos o papa seca, que luego tendríamos que inventar alguna excusa infantil para no molestar a nuestra abuela.

Algunas veces bajábamos a ver como cocinaban, a mi me gustaba verlas hacerlo. Mi abuelita moviendo una olla inmensa con su cucharón de palo mientras agregaba ingredientes. Siempre voy a guardar esta imagen que de niño para mi me impactaba, a veces siendo algo cruel parecía esas brujas cuando están conjurando algún embrujo o hechizo, como las historias que ella nos contaba en las noches para asustarnos un poco.

Fue hasta un día que por descuido o por alguna otra razón, no lo recuerdo bien ya que tenía 6 o 7. Entre a la cocina y al ver que no estaba nadie, quería probar la sopa antes que sirvieran y al destapar la tapa vi la cabeza de un animal en la olla. Bueno, a esa edad fue algo impresionable, me asusté y llamé a mi abuela para decirle que un perro se había metido en la sopa, era lo que más o menos dije, aunque en realidad era la cabeza de un carnero con una mandíbula gigante.

Desde esa vez no quise probar ese plato, hasta las próximas vacaciones donde mi abuela estaba un poco enferma y le prepararon su comida favorita: la Patasca. Y tuve que comer por obligación.

Ahora en la actualidad aún lo sigo comiendo, porque es un plato que me recuerda esa época de mi niñez, esa casa, mi abuela moviendo una olla y porque siempre me gustó. Aunque siempre ya sea si lo cocinan en mi casa o un restaurante, pido que me sirvan sin cabeza.

jueves, 28 de julio de 2011

Triángulo de chocolate

Cuando era más joven, entiéndase entre un niño y casi un adolescente, osea un púber, entre 12 y 11 años maravillosos". Acostumbraba ver películas antiguas, de esas de blanco y negro de escasa nitidez. De pequeño se me vino la aficción-entre otras cosas- de ver esos viejos dinosaurios del celuloide, donde las mujeres van de azul y los hombres de gris. Utilizan un lenguaje sofisticado para decir te amo, y el preámbulo de un beso es tan largo como los créditos finales.

Me gustaba ver ese cortejo antiguo", ese palabreo poético y cansino. Uno de los gestos galantes de estas películas que me parece muy peculiar, es cuando un galante enamorado le envía una bebida(vino, champán, o lo que amerite) a la que es objeto de su amor. Llama al educado mozo y le hace llegar el obsequio a la distinguida dama. No la conoce, no sabe su nombre, solo sabe que es una princesa que conquista corazones al andar.Y por la magia del cine terminan juntos.

Siemre he pensado que esa magia existe, aunque la realidad se encargue siempre de desengañarnos. Una vez tuve la oportunidad de poner a prueba esa "magia. Iba en un bus de servicio público, en un asiento solitario. En una parada sube una chica de aproximandamente 15 años, tenía tres más que yo. Yo a mi corta edad, la veía como una de esas mujeres hermosas y fatales del cine hollywodense. Se sentó a cuatro asientos delante mío hacia el lado izquierdo. Podía verle de perfil. Silueteada figura, labios y nariz pequeña, corte sencillo y pulcro, con un mechón cayendo por su frente.

Ya se había percatado de que la miraba desde hace un rato, pero no le prestaba la menor importancia a un "crío" como yo. Luego de un rato del juego de mirarla e ignorarme, el cobrador vino a combrarme el pasaje. Yo sacaba lentamente el dinero cuando una idea tonta se me ocurrió. Imaginándome como en una de esas películas que veía, pensé en darle algo, un regalo, pero no tenía nada.

Para suerte o tragedia, un vendedor ambulante de golosinas subió al carro, yo lo llamé y se acercó. Le dije dame un triángulo de chocolate-que era el dulce más decente que tenía-me lo dió y en forma confidencial le dije dáselo a la chica del costado. El vendedor me miró como si fuera un tonto, pero en sus ojos apareció un brillo cómplice, un entendimiento natural. Así que sin más palabras fue presto y se lo entregó.

Yo aguardaba en mi asiento. Por un momento pensé en pararme y bajarme, pero me quede esperando. Vi como le entregó el chocolate y me señalaba, ella no lograba comprender o le tardó unos segundos. Volteó a mirarme y en ese momento, ya no sé lo que pasó. Por unos instantes en su rostro se formó una sonrisa intensa, dulce, seductora. Yo por mi parte debí tener una cara de sapo con fiebre.

En la siguiente parada se paró para bajarse. Antes de hacerlo me miró de nuevo, pero no como antes, no como un chibolo enano. Me miró de igula a igual". Por un instante me sentí grande, ufano, poderoso. Luego se bajó y aunque días despúes,en una manera poco sana de actuar, tomé varias veces la misma línea y la misma hora, pero no la encontré nunca.

viernes, 24 de junio de 2011

Estoy buscando un dia

Estoy buscando un dia

para encontrarte a solas

donde nadie sepa de nosotros,

ni se acuerden nuestros nombres

donde pueda mirarte

sin gente que nos mira.

y las palabras se guarden

en el viento para cualquier otro día.


Estoy buscando un día

para decir lo que no dijo el miedo

Un día a solas sin el alter ego de los dos,

un día triste y nublado,

para no saber a donde vamos,

ni que se espera de nosotros


Para decirnos cosas al oido

y mirar el mar que se acrecienta

Un día a solas para hacernos propuestas

indecentes y dejar que la prudencia se nos

pierda.


Para qué dejar pasar más tiempo

si conocemos el modo de encontrarnos

un dia a solas con llovizna y hojas secas.


La versión en video aquí