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martes, 19 de enero de 2010

Hay sonrisas

Hay sonrisas que hechizan
y atraviezan como espada
que calan en los huesos
y detienen la mirada

Hay sonrisas que hieren
como puñal al pecho
doblan las rodillas
y desarman tu arrogancia

Hay sonrisas traicioneras
como juego de pistolas
que en duelo van matando
a cuanto iluso que se asoma

Hay sonrisas que enamoran
de a primera y sin resguardo
rompen tus defensas y
te toman descuidado

Hay sonrisas zalameras, cursis,
pegajosas, que empalagan si las miran
mucho tiempo y mucho rato

Hay sonrisas dulces y coquetas
que con sólo un segundo basta
para caer derrotado, y toda la eternidad
no alcanza para salir de su encanto

Hay sonrisas como hiel
frías como mármol
insensibles a los ojos
carentes de color

Hay sonrisas peligrosas
que te engañan y lastiman
golpean como hierro
lasceran como acero

Hay sonrisas espinadas
como rosas y claveles
con tan solo mirarlas
te pinchan y te sangran

Hay sonrisas austeras
que se dan por compromiso
sin valor y sin cariño

Hay sonrisas que se pierden
y estravían en el aire
no llegan a destino
ni tienen puerto que aguarde

Hay sonrisas que son sueños, distantes
y plateadas, inalcansables para unos
y para otros rutilante

Hay sonrisas lejanas
como un adios en despedida
se perciben a lo lejos
y se guardan en el alma

Hay sonrisas vagas
para que el atento las reciba
y alegre su mañana

Hay sonrisas que te matan
de a poquitos y sin tregua
te hipnotizan, te delatan
aunque tú no lo quieras

Hay sonrisas misteriosas
que no se descubren, silenciosas
que parecen felinos
acechando a su presa

Hay sonrisas que son falsas
como caretas de feria
congeladas y blancas
no revelan su intención

Hay sonrisas orgullosas
altivas, vanidosas
que esperan el halago
de algún tonto que se ofrezca

Hay sonrisas que te queman
en el cuerpo y en las manos
enrojecen las mejillas
y en el estómago un vahío


Hay sonrisas destinadas
a la persona que va de su mano
y otras que se dan
al que cruza tu costado

Hay sonrisas que recibes
sin esfuerzo y con agrado
te sacan de tu ensueño
y te vuelven indefenso

Y hay sonrisas indolentes
para el que mira enamorado