Como es sabido las personas no suelen ser muy puntuales y si esta salida era como los típicos trabajos de universidad seguro que apenas tendríamos tiempo para almorzar y acabaríamos comiendo unas gaseosas y empanadas en una esquina de Wilson.
Entonces decidí asegurarme y comer un menú antes, tenía que elegir rápido y vi en la misma esquina de la estación un chifa, creo que en alguna ocasión había comido ahí así que sabía como cocinaban, es decir que estaría pasable, para matar el hambre.
Crucé la pista y entré. Estaba casi vacío ya que era temprano y me senté en unas de las mesas del fondo. Luego de un rato se acercó un afanoso mozo y me dio la carta. Casi siempre elijo rápidamente y ya sabía lo que comería, el plato más común y que ha salvado a miles de comensales con hambre y un presupuesto ajustado: un chaufa de pollo.
Me trajeron mi orden y comí con voracidad, no quería pasarme de la hora y cambiar de roles con mis amigos siendo yo quien llegue tarde, además que podrían pasar por la vereda y verme por las ventanas. Acabé, pagué y salí.
Fui al punto de encuentro y luego de un momento llegaron los chicos. Conversamos sobre nuestro proyecto y dónde haríamos las grabaciones, entonces alguien dijo ¿y si comemos antes? Sonaba lógico ya que estaríamos todo el día en la calle. Diablos, habían llegado a la misma conclusión que yo, de haberlo sabido los hubiera esperado.
En fin. Ya no recuerdo quien eligió ir a un chifa y quien eligió ir a ese chifa, quizás fue la cercanía, quizás fue que comer chifa es tan común como comer pan todos los días y se le prefiere por encima de otros platillos.
Bueno ahí estábamos entrando al chifa que apenas 20 minutos antes yo había ido. Nos acomodamos en una mesa grande, caso al mismo sitio donde estuve y llega el mencionado mozo, siempre amable o queriendo parecer amable, nos entrega las cartas y espera.
Todos estaban pensando que pedirán y luego de 2 minutos eligen, la mayoría el menú normal. En eso yo estaba en un drama existencial, pedir o no pedir, esa era la cuestión. Ya había comido, estaba saciado, pero podría comer un poquito más. Tampoco me sobraba la plata para comer algo más, pero si no pedía se iba a ver raro. ¿Qué iba a comer, gaseosa y empanada? No. También pensé en ser sincero, decir chicos no tengo plata, comeré cualquier cosa afuera. Bueno, bueno, ustedes entienden, sincero social, una mentira blanca.
Y mientras estaba en este dilema el mozo que había tomado la orden de todos, dirigió su mirada a mí y dijo: "Señor ¿para usted lo mismo de hace rato? El muy desgraciado me había echado. Donde quedó el secreto profesional, las buenas costumbres, no me tiró un centro salvador, eso fue un autogol. Solo me quedó reír y mis amigos también rieron, no sé si de mí o conmigo. Prefiero pensar que fue lo último. En cuanto al mozo y al chifa, pues no recuerdo hasta el día de hoy haber regresado a ese lugar.